10.3.11

LA VIDA Y LA MUERTE PARA LOS YORUBA - ESPÍRITUS ANCESTRALES






Los Yoruba, como los demás grupos africanos, creen en la participación activa de los antepasados. La muerte, para ellos, no significa sólo el fin de la vida humana. La vida terrestre, se prolonga hacia una vida más alla de la tumba. Y continuará en alguno de los nueve espacios del Orún (Cielo), el dominio de los seres sin Èmì (Vida). Asi la muerte no representa una extinción, sino el paso de una vida a otra.

Los antepasados o ancestrales son llamados Òkú Òrun y Àgbagbà, sino también con el título de Ésà, nombre usado para reverenciar a los ancestrales en el rito Ìpàdé en los Candomblés. Un antepasado es alguien, de quien una persona desciende, sea a través de su padre o de su madre, en cualquier período del tiempo y que la persona viva conserva relaciones filiales afectuosas. Solamente llegarán a la condición de ancestral, con merecimiento del culto, aquellos que llegasen a una edad avanzada, con una vida de buena calidad, y efectuados trabajos sociales además de haber tenido buenos hijos.

Para los Yoruba un casamiento sin hijo, es algo no bien visto. Su sistema de valores tiene por base tres cosas, a saber: Owó (Dinero), Omo (Hijos) y Àíkú (Vida larga). Esta última es la mas importante, porque es la posibilidad por la cual las otras dos se hagan realidad.

Ya llendo hacia el Orún (Cielo), los ancestrales se liberan de todas las restricciones impuestas en la Tierra, de esa manera, adquieren poderes que pueden ser usados para beneficiar a sus familiares, que aun están en la Tierra. Por eso es necesario que se mantengan en un estado de paz y contentos. Cuando se dice que hay un culto a los ancestrales, en realidad es la manifestación del relacionamiento familiar indestructible, entre el familiar que partió y los que aun quedaron vivos. La palabra homenaje, sería en este caso la correcta, para poder entender esta situación.

El encaminamiento del espíritu, luego de los rituales realizados, consta en pasar nuevamente por el portón de Oníbodè (Portero), en dirección a Olódùmarè (Dios) para recibir el juicio de sus actos en la Tierra. De acuerdo al Orún (Cielo) que le fuera destinado ( recordemos que hay nueve espacios), continuará ejerciendo sus funciones familiares, ahora de una modo mas poderoso sobre sus descendientes. Ellos continuarán llamándolo Bàbá mi (mi padre) o Ìyá mi( mi madre). De esta manera en sus comunicaciones dirán "Voy a hablar con mi padre/madre" y no " voy a hablar con el espíritu de mi padre/madre"

Toda la religión encara esto: Nacimieno, Vida y Muerte ( Ìbí, Ìyé, Àti Ikú ), La Otra Vida ( Iyè Lébin Kú ), el Juicio Divino ( Ìdájó ti Olórun ) y el Posible Retorno en Otras Vidas ( Àtúnwa ).

ANCESTRALES

El espíritu de un antepasado puede ser invocado con el fin de tomar una forma material, apareciendo solo y hablando, trayendo bendiciones y orientaciones, para quien lo desee. Esta forma recibe el nombre de Egúngún ( enmascarados ). Para preservar su condición de Ará Órun ( habitante del Órun - Cielo ), este espíritu se presenta totalmente envuelto en su vestimenta llamada agò, confeccionada con telas de diversos colores abalá, tiras coloridas bànté e ópá, confeccionadas de manera que lo cubra de cabeza a los pies, pero no ocultando las características físicas principales.

El solo ve a través de un agujerito hecho en la tela a la altura de los ojos y cubierto con una red llamada Kàfó, para esconder su identidad. Nadie, salvo algunas personas autorizadas llamadas Òjè, pueden acercarse y tocarlo. Para comunicarse usa una vos gruesa y fuerte séègì, y siempre en lenguaje ritual, traducida por los Òjé, los cuales se valen de una varita de madera denominada ìsan, extraída del árbol Àtórí, o de las nervaduras de Igi ope, ( árbol de dendé). Popularmente en los Candomblés se la llama vara de Àtóri. Se lo suele llamar Egun, que significa esqueleto, hueso.

En Brasil este culto, tiene su saceredote más elevado Aláàpinri, que en tierras Yoruba debe ser un hombre monórquido, o sea con un solo testículo. Esos Egúngún son relacionados con los Orixás y en las representaciones públicas, usan los símbolos de los propios Orixás, para mostrar su identidad Bàbá Agbóulá; Àjímúdá ou Yánsàn. La palabra Bàbá, cuando se utiliza en esos casos definiendo los Egúngún, se lo hace por el respeto que tiene la ancestralidad y revivida en esa manifestación.

En los ritos del Candomblé, toda vez que se reverencian los Orixás, una parte de las ceremonias son destinadas a los ancestrales de la comunidad.

Son conocidos como Ésà y son representados por los títulos que tenían: Ésà Asika, Ésà Obitiko (Bámgbósé), Ésà Oburo (Oba Sàniyà), Ésà ajadi, Ésà Adiro, Ésà Akésan e Ésà Akáyodé.

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