10.3.11

LEYENDAS Y MITOS YORUBAS

(Revista Planeta n.º 162 - marzo 86)

Los textos litúrgicos aqui presentados forman parte del juego de Ifá, en el cual su señor y oráculo, la divinidad Orunmilá, nos enseña mitos y tradiciones que fueron mantenidos a través del propio juego. Estos conocimientos transmitidos a todos oralmente, hoy se tornaron verdaderas escrituras sagradas (1 - Actualmente, varios investigadores ya registraron en libros las leyendas recogidas oralmente entre los iniciados).

Gracias a ellos entendemos el porqué de ciertos ritos y preceptos usados y conservados en el diario vivir de los cultos. Varios textos explican el mismo hecho o se complementan , y a veces de forma diferente y aparentemente contradictoria; pero ésto es reflejo de haberse originado en diferentes regiones. De una forma o de otra, sin embargo, llegan a los mismos conceptos religiosos fundamentales.
ORIGENES

Cada cuatro días (una semana yorubana), Iku (la muerte) venía a la ciudad de Ilê Ifé munida de un bastón (opá iku) y mataba indiscriminadamente gente. Ni siquiera los orixás podían con Iku.

Un ciudadano llamado Ameiyegum prometió salvar a la gente. Para ello, confeccionó una ropa hecha con varias tiras de tela, en diversos colores, que tapaba todas las partes de su cuerpo, inclusive la cabeza, e hizo sacrificios apropiados. En el día en que la Muerte apareció, el y sus familiares vistieron tales ropas y se escondieron en el mercado.

Cuando la Muerte llegó, ellos aparecieron saltando, corriendo y gritando con voces inhumanas, y ella, asustada, huyó dejando caer su bastón. Desde entonces la Muerte dejó de atacar a los habitantes de Ifé.

Los babalaôs (adivinos y sacerdotes de Orumilá) dijeron a Ameiyegum que el y sus familiares deberían adorar y venerar los muertos por todas las generaciones, recordando como ellos vencieron a la Muerte.
ORIGEN DE LOS OIÊ MASCULINOS

Había en la ciudad de Oyó un campesino llamado Alapini, que tenía tres hijos llamados Ojéwuni, Ojésamni y Ojérinlo. Un día Alapini se fue de viaje y dejó sus recomendaciones a los hijos para que cosecharan los ñames y los almacenaran, pero que no comieran un tipo especial de ñame llamdo "ihobia", porque dejaba a la gente con una terrible sed. Sus hijos ignoraron el aviso y comieron en demasía. Después, tomaron mucha agua y, uno a uno, terminaron todos muriendo.

Cuando Alapini volvió, se encontró con esa desgracia en su casa. Desesperado corrió hasta el babalaô que jogou Ifá (adivinación) para el. El sacerdote le dijo que se calme y que después del 17º día fuese al riachuelo del bosque y ejecutase el ritual que fue prescripto en el juego.El debería elegir una rama del árbol sagrado atori y hacer un bastón (así es hecho el ixã). A la orilla del riachuelo, debía golpear la tierra con el bastón y llamar por sus nombres a sus hijos, y a la tercera vez, ellos aparecerían. Pero tampoco debería olvidar antes, hacer ciertos sacrificios y ofrendas.

Así lo hizo y sus hijos aparecieron. Pero tenían rostros y cuerpos extraños; era necesario entonces cubrirlos para que la gente pudiese verlos sin asustarse. Pidió a sus hijos que se quedaran en el bosque y volvió a la ciudad. Contó el hecho al pueblo y la gente hizo ropas para que el pudiera vestir a sus hijos.

Desde ese día en adelante, podría ver y mostrar sus hijos a otras personas; las bellas ropas que ellos vestían escondían perfectamente su condición de muertos. Alapini y sus hijos hicieron un pacto: en un hueco hecho en la tierra por su padre (ojubô) en el mismo lugar del primer encuentro (igbo igbalé), serían hechas las ofrendas y los sacrificios, y guardadas las ropas, para que ellos las vistieran cuando el padre los llamara a través del ritual del bastón.

Siguiendo el pacto y las instruciones del babalaô, de que siempre que los hijos murieran fuese realizado el ritual después del 17º día, padres e hijos por siempre se encontraron. Y, para los hijos que aún no tuvieran ropas, solo bastaba pedir a la gente, que ellas las harán con inmenso placer.

Esta leyenda es rica en detalles, nos explica varios ritos y títulos utilizados en el culto.

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